Siempre
he creído que las noches son para pensar, para sentir, para
escribir. Muchas veces me ha pasado que, aunque he querido dormir, me
he desvelado contra mi voluntad por pensar escenarios imposibles,
imaginando diversos futuros o situaciones ideales. Otras, simplemente
he pasado horas pensando en tu rostro, en tu risa, en tu mirar. He
puesto tanto detalle en esos pensamientos que hasta resulta ridículo,
puesto que ni siquiera te conozco de verdad. Jamás nos hemos visto
cara a cara. No sé si de verdad existes. Pero nada de eso importa,
me hace feliz, me haces. Quizás, con un poco de suerte, algún día te dejaré de soñar porque serás real.