Hace un par de días ví en las noticias unos videos que llevaban algún tiempo circulando en youtube, el primero mostraba a unos cadetes del ejército chileno cantando sobre sobre matar argentinos, mutilar bolivianos y degollar peruanos. El segundo video era una especie de respuesta de los cadetes mendocinos (Argentina) cantando "Chilenito ten cuidado, que una noche oscura a tu casa entraré y tu cuello cortaré y tu sangre beberé". Ambos videos me hicieron sentir vergüenza y desazón.
Más allá de que existan ciertos límites geográficos que otorguen y/o definan a las personas que han nacido en cierto lugar como miembros de tal o cual país, creo firmemente que nada cambia la hermandad entre las personas, que en nada difiere un argentino de un chileno, de un boliviano, peruano, colombiano, estadounidense, italiano, alemán, chino o japonés (solo por nombrar algunas de las tantas nacionalidades alrededor del mundo). Si bien en algunos casos existe una barrera idiomática, todos somos, al fin y al cabo, personas. Todos estamos subyugados a la vida, al dolor, todos somos capaces de sentir lo mismo.
Me cuesta comprender la necesidad de algunos de ponernos en contra simplemente por el hecho de "pertenecer" a distintos países. Y usé comillas en la palabra pertenecer porque simplemente no creo en las nacionalidades -por si no quedó claro más arriba-. Esos videos son una clara muestra de la violencia y discriminación presentes en todas las sociedades, en las personas, son la muestra clara y concisa de una sociedad enferma que necesita curarse, instruirse y aprender a querer lo "diferente" o, mejor dicho, a lo que es distinto a uno (por más pequeña o grande que esta diferencia pueda llegar a ser).
Este texto tiene alrededor de dos años.
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