miércoles, 31 de diciembre de 2014

Dhampir

 Un rostro bello pero demacrado, surcado por las huellas dejadas por aquél horripilante ser ¿Qué puede llevar a alguien a destruir algo tan precioso, tan perfecto? ¿La envidia? ¿La nostalgia? ¿El ansia de poder? Difícil saber, y como no puedo hablar con la bestia que ha cometido tal desfiguración, jamás ostentaré dicho conocimiento. Ella tenía unos rasgos perfectos, europeos pero delicados, ojos verdes límpidos, claros, muy claros, casi transparentes... ahora uno de ellos ha sido arrancado de su rostro ¡Oh, mi horror al contemplarlo! Y como si eso no hubiera sido suficiente, apenas y queda dibujada su mandíbula, que es ahora una enorme mancha sangrante, una sonrisa que revela casi toda su dentadura lateral... Y entre tanta muerte, hedor y desfiguración, yo sigo encontrando el amor, la belleza, la perfección ¿Quién es peor? ¿La bestia que hizo esto, o yo?

Este texto tiene alrededor de un año.

Autorretrato desordenado



El polvo y la inmundicia reinan en este lugar y en mi cuerpo, las costras se encuentran esparcidas sobre mis piernas, brazos y manos. Hace tantos años que estoy encerrada en este manicomio, que se parece mucho más a una prisión que a una institución mental, que ya casi he olvidado cómo me llamo puesto que para los guardias soy la “paciente A144”, ni más ni menos que un conjunto de números y letras… para ellos la persona que era antes de ingresar a esta institución ha dejado la tierra, o se ha vuelto parte de ella.
Esta oscura y pequeña habitación me daba claustrofobia en un principio, mas con el correr del tiempo he acabado por acostumbrarme a no poder caminar, y por ello mis piernas se han enflaquecido, llegando a ser poco más que un conjunto de huesos rodeados de una piel enferma, maltrecha y sucia. Mi cuerpo se halla entumecido a causa del frío. La pequeña celda cuenta con una ventana sin vidrios ni barrotes ubicada lo suficientemente en alto como para que nadie intente escapar y por ella se cuelan las gélidas brisas invernales que acometen mi cuerpo sin compasión alguna, ya que éste se encuentra escasamente tapado por una suerte de vestido de una tela arratonada por el uso, manchada y desgastada que me llega hasta un poco más arriba de las rodillas.
Se escucha el sonido de los pasos al final del pasillo, tranquilamente su retumbar se acerca cada vez más hacia donde yo me encuentro ¿Vendrán a por mí? ¿Por alguna de mis “vecinas”?. Efectivamente los pasos se detienen frente a mi puerta, la cual se abre soltando un pequeño alarido, un chirrido que logra penetrar en mi cabeza y mis nervios, haciendo que me duelan los dientes. El guardia me ilumina con su linterna y mis ojos se escocieron ante tal estímulo, poco acostumbrados ya a la luz, mis cejas junto con el resto de mi rostro forman una máscara de terror. Nunca pasa algo bueno cuando ellos vienen, nunca.
Ese rastrero me toma por el brazo con mucha más fuerza de la necesaria, hincando sus dedos en mi precaria carne y me arrastra por los corredores y antes de llegar, lo presiento. Quiero huir, comienzo a gritar, mi voz suena ronca, desgarrada y tosca por la falta de uso e intento removerme pero me tiene firmemente agarrada. Para acallarme me da una bofetada y de mi boca comienza a manar un pequeño hilillo de sangre. Desde algún recóndito y desconocido lugar, seguramente del mismo donde se escondía la esperanza, mi fuerza se hace presente pero ya no menguada sino en forma desesperada. Rápidamente golpeo la parte más débil de mi adversario y éste, doblegándose de dolor me suelta pero no sin antes propinarme otro golpe en el rostro. Mi mal humor se hace presente, dejando atrás todo vestigio de sumisión y comienzo a maldecir a aquél desgraciado a la vez que continúo golpeándolo una y otra vez, enceguecida por la rabia, la necesidad de libertad pero, por sobre todo, el ansia de venganza.


Aquél infeliz había dejado ya de respirar y mis exhaustos brazos continuaron golpeándolo un par de veces más, hasta el cansancio, momento en el que me decidí a dejar ese cuerpo atrás e intentar conseguir mi objetivo: la huida. Corro silenciosamente por los pasillos, atenta a cualquier sonido que pudiera delatar la presencia de algún otro guardia. Al doblar a la esquina en uno de los tantos recodos del lugar, ya cerca de la puerta, el corazón se me cae a los pies. ¿Qué encontré? ¿Quién me aguardaba allí? Mi marido, el Dr. Morphine, hombre que me mantiene cautiva y de quien soy uno de sus conejillos para experimentos. Cayendo de rodillas ante su fantasmal figura me abandono a la desesperación y me veo arrastrada a una de las tantas salas de tortura donde, con suerte, un día me darán por muerta.

Este texto tiene alrededor de un año.

Ojos verdes

Ojos verdes, de un verde transparente, acuoso, cristalino; 
ojos en los que me veo reflejada, en los que me sé querida. 
Ojos verdes que me llaman, me abrazan, me acarician, me calman. 
Ojos verdes que me cuidan, me miman, me extrañan. 
Ojos verdes que temen perderme, que no lo harán, que necesitan confianza. 
Ojos verdes confiables, amables, queribles. 
Ojos verdes que sueñan, que luchan, que ríen. 
Ojos verdes que si se desvanecen, me destruyen.

Este texto tiene al rededor de un año.

Menstruando sobre Arjona

La irritación se nos vuelve piel en aquellos momentos, en esa semana sangrienta donde cualquier cosa nos molesta. ¿Cómo podrían ellos comprender tal desbarate hormonal? No es nuestra culpa, nuestro cuerpo nos empuja a ello, somos víctimas y presas de nuestros sentimientos, de las hormonas, del sueño mensual de nuestra biología de darle forma a alguien más, sueño que la mayoría de las veces no es compartido por nuestro cerebro y nuestros cuidados, al ser rechazado por nuestra parte racional, todo nuestro cuerpo nos demuestra su tristeza, nuestra traición, intenta sublevarse y demostrarnos nuestro error provocándonos un intenso y sórdido dolor, llorando sangre.

Este texto tiene alrededor de un año y medio.

Algunas veces...

Algunas veces, el dolor es insoportable.
Algunas veces las palabras duelen demasiado y es imposible tolerarlas.
Algunas veces dan ganas de bajar los brazos, de dejar de luchar.
Algunas veces nadie comprende lo que pasa por tu cabeza.
Algunas veces no hay nadie al otro lado intentando comprender.
Algunas veces un oído es necesario y es capaz de cambiarlo todo.
Algunas veces una ausencia puede cambiar el rumbo de una vida.

Este texto tiene alrededor de dos años.

Xenofobia

Hace un par de días ví en las noticias unos videos que llevaban algún tiempo circulando en youtube, el primero mostraba a unos cadetes del ejército chileno cantando sobre sobre matar argentinos, mutilar bolivianos y degollar peruanos. El segundo video era una especie de respuesta de los cadetes mendocinos (Argentina) cantando "Chilenito ten cuidado, que una noche oscura a tu casa entraré y tu cuello cortaré y tu sangre beberé". Ambos videos me hicieron sentir vergüenza y desazón.
Más allá de que existan ciertos límites geográficos que otorguen y/o definan a las personas que han nacido en cierto lugar como miembros de tal o cual país, creo firmemente que nada cambia la hermandad entre las personas, que en nada difiere un argentino de un chileno, de un boliviano, peruano, colombiano, estadounidense, italiano, alemán, chino o japonés (solo por nombrar algunas de las tantas nacionalidades alrededor del mundo). Si bien en algunos casos existe una barrera idiomática, todos somos, al fin y al cabo, personas. Todos estamos subyugados a la vida, al dolor, todos somos capaces de sentir lo mismo.
Me cuesta comprender la necesidad de algunos de ponernos en contra simplemente por el hecho de "pertenecer" a distintos países. Y usé comillas en la palabra pertenecer porque simplemente no creo en las nacionalidades -por si no quedó claro más arriba-. Esos videos son una clara muestra de la violencia y discriminación presentes en todas las sociedades, en las personas, son la muestra clara y concisa de una sociedad enferma que necesita curarse, instruirse y aprender a querer lo "diferente" o, mejor dicho, a lo que es distinto a uno (por más pequeña o grande que esta diferencia pueda llegar a ser).

Este texto tiene alrededor de dos años.

Porque siempre estás ahí

Siempre apareces cuando te necesito, no importa dónde esté, si lo sé o no. Te materializas a mi lado cada vez que la desesperación me rodea y la siento sobre mi cuerpo como si ésta fuera tangible y me aplastara; pero basta con el frío contacto de tus manos y tener delante mío el violáceo color de tus ojos para que me calme, para que la serenidad vuelva mi, y aquella sensación de ahogo y los dolores de cabeza se calmen, y el desbocado palpitar de mi corazón recupere su normalidad.
Siempre que intento buscarte, nunca te encuentro, a veces me pareciera que estamos jugando al gato y el ratón, donde obviamente yo soy la presa más pequeña y tu te diviertes conmigo, dándome caza, apareciendo cuando te apetece. Da la impresión de que me conocieras mejor que yo misma, que mis pensamientos fueran para ti un libro abierto.
Las escasas y fortuitas veces que te he encontrado, no me he animado a acercarme, pues aquella chica, la morena de cabello rizado se interpone siempre, generando en mi una extraña mezcla de celos y envidia, cosa que jamás he sentido en mi vida. Y es en esos momentos en que creo que no eres sólo mi guardián, que tienes por trabajo cuidar de otra persona, de ella, y que quizás lo que haces por mi no significa nada para ti; cuando en el fuero interno de mi alma, toda seguridad se desdibuja con tu mera presencia o pensamiento, cuando caigo en la cuenta de que quizás me gustaría que fueras algo más.
Tu misterioso actuar y tus desconcertantes palabras generan que mi incipiente curiosidad sobre ti se vea desbordada, pero siempre contestas con evasivas, evitando que obtenga de ti lo que deseo, cuando siempre me fue sumamente sencillo para mi el conseguir cualquier cosa por parte de los hombres. Quizá, porque generas un reto, porque te sales por la tangente, porque no te pareces a nadie que haya conocido, es que me atraes, que me vuelves loca, muy a mi pesar. Pero es, por sobre todo, que estás cuando te necesito, que te valoro.




Nota: Para escribir esto me basé en una novela que acabo de terminar de leer, titulada Oscuridad de Elena P. Melodia donde a mi parecer, no quedaban plasmados de forma suficientemente clara los sentimientos, pensamientos y sensaciones de Alma para con Morgan. Por eso me tomé el atrevimiento de intentar ponerme en la piel de la protagonista y de algún modo, desvirtuando o no, haciéndolo bien o no, dejar lo que son, a mi parecer, las verdaderas percepciones de Alma.

Este texto tiene alrededor de dos años.

Para ti

Siempre que pienso en ti me resulta extraño. Una mezcla incognoscible de sentimientos me recorren de punta a punta, pero el que destaca, el que se delata poderosamente es la inseguridad, esa que jamás podré quitarme de encima, porque hasta el fin de mis días o hasta cuando me dure la cordura, desconoceré cuales fueron las últimas palabras que te dije. 

Sé que a pesar de todo te he dedicado innumerables pensamientos cargados de todo mi afecto y deseos para ti, a pesar de estar casi segura de que es en vano, pero esa tontería logra calmar mi corazón y mi mente por un momento, días, meses... 

Debo decir que me detesto sobremanera cuando intento ver tu rostro al cerrar los ojos y me doy cuenta de que tus rasgos se difuminan, que mis recuerdos no te honran, que mi memoria no te hace justicia. Duele el no ser capaz de recordar tu voz, y sobre esto no tengo ningún medio que me permita rememorarte, ya que sobre el otro tema, guardo bellas fotos sobre ti, sobre nosotros. 

Y como un intento más de lo anterior, algo que sí dejará una pequeña huella, a pesar de que otra vez, insisto, no creo en esto, escribo para dedicarte mis pensamientos, para intentar disculparme, redimirme, perdonarme. No se cual sea la palabra exacta en realidad, pero a pesar de haber pensado que había "superado" esto, que lo había "asimilado", que había logrado "seguir adelante", me di cuenta que no es verdad, pero soy demasiado tímida, vergonzosa, o lo que sea, para pedir ayuda, para hablar con alguien más, quizás me tengo demasiada estima y me considero mejor de lo que soy como para recurrir a alguien; pero por suerte, he encontrado en la escritura un medio de catarsis. Escribir me mantiene cuerda... o al menos, lo intenta

Me hubiera gustado que supieras que cada cosa que hago, es en tu honor, que intento regirme por las cosas que me enseñaste, que intento ser feliz por y para ti. Que intento no bajar los brazos, que a pesar de haberme cerrado considerablemente y haber dejado de ser esa persona que conociste muy bien, intento abrirme, gracias a las palabras de mis amigos, de todas esas personas que en algún momento se interesaron por mi y mi historia, que me hicieron dar cuenta de que me estaba perdiendo a mi misma. 

Quiero que sepas que te amo, que siempre tendré una huella en mi corazón y en mi alma porque te conocí, a pesar de lo poco que duró nuestro momento juntos, porque para mí, fue muy poco, pero creo que bien ni todo el tiempo del mundo me hubiera bastado para conocerte y compartir todo lo que hubiera querido. 

Me gustaría saber tu opinión sobre lo que hago y lo que soy, pero bien sé que es imposible, que todo hipótesis que formule será en vano, pero entonces, recuerdo esa devoción que me profesabas, ese amor incondicional, y se que, a pesar de todo, me hubieras besado y abrazado, que a pesar de las diferencias o la falta de entendimiento, hubieras estado a mi lado, apoyándome. 

Por todo eso y mucho más, solo tengo dos palabras para ti, dos palabras que normalmente detesto decir, más que nada porque creo que hay una sola persona que se las merece (tú) y porque como no llegué a decírtelas, han perdido significado para mi en cuanto al resto, y dichas palabras son: Perdón y Gracias. 

Perdón por no haberte valorado y disfrutado lo suficiente, por no haber estado ahí cuando más me necesitaste, por no haberte comprendido, cuando tú siempre lo hacías todo por mi. 

Gracias por ser quien fuiste, por haberme dado el honor de conocerte y de disfrutar de tu compañía, por haberme hecho la mujer que soy, por que sin ti, no sería ni la mitad de persona que soy ahora. 

Siempre me van a faltar las palabras para decirte todo lo que siento, pero por ahora, no se que más expresarte, que más decirte, así que solo me despediré diciendo que todo en mi vida, es para ti.



Nota: este texto tiene alrededor de dos años.

Vida

Hará cosa de un mes más o menos (el 5 de enero, a la madrugada, para ser más precisos) me tocó asistir en un parto. Seguro se preguntan cómo llegué a eso, pues bien, creo que basta con decir que por entonces formaba parte del cuartel de bomberos voluntarios de mi ciudad, y tocó esa emergencia. 

Al ser una de las pocas mujeres en esa dotación (éramos solo dos), me tocó entrar acompañada de la otra fémina y de dos hombres más para atender a la mujer. Si bien en aquél momento no veía la hora de largarme de allí (ojo, no es por mala ni nada, solo que estaba hiper nerviosa por la situación, ya que era mi primer parto), agradezco haber tenido aquella oportunidad de haber traído una vida al mundo. 

Pero esa misma noche me lo comencé a plantear ¿Hice bien en ayudar a traer a alguien más a esta vida? ¿Cuando crezca, disfrutará de la experiencia? ¿Le discriminarán? ¿Tendrá una buena vida? ¿Se suicidará o morirá con la edad? ¿Su familia le querrá, le protegerá? ¿Lo acompañará siempre y en todo momento? ¿Le harán pasar malos ratos? ¿Le levantarán la mano?. 

Debo decir que fue una experiencia sumamente gratificante, y que no puedo hacer más que desearle lo mejor a esa niña llamada Bianca Ayelén, que como tantas otras nacen día a día. Esperar que tenga una increíble y excelente vida, y esperar que pueda cumplir sus deseos. 

Supongo que el hacerme todas aquellas preguntas esa noche y días sucesivos quiere decir que, además de encariñarme con la recién nacida en esos instantes que estuve con ella, que algo no anda bien en nuestra sociedad, que nos estamos pudriendo y estamos decayendo, sino, ¿Qué otra razón hay para que uno se preocupe por alguien que recién está abriendo sus ojos a la vida?. 

Demos amor, esa es la clave, supongo, junto con el respeto y la educación.



Nota: este texto tiene poco más de dos años.

Divagaciones

Mucha gente dice amar la vida, o estar feliz de tenerla. Yo no soy suicida, ni emo, ni nada por el estilo, pero ¿Me alegro de estar viva? No. ¿Soy feliz? Tampoco. ¿Existe la felicidad? No lo creo, o mejor dicho, creo que la vida está hecha de momentos, momentos malos, momentos buenos, momentos tristes, momentos felices; pero lo único que está siempre y que rodea todo, es el dolor. Porque al principio, en medio y al final de cada momento, él está presente, a veces en forma casi imperceptible, y otras en las que no crees que algo más exista. 

¿Triste? ¿Fatalista? ¿Simplista? Piensa lo que quieras, no me importa. Ya sé que dirás "Si no te importa, ¿por qué lo escribes y lo publicas?" o algo por el estilo; y te responderé: por el simple hecho de dejar constancia en algún sitio de lo que pienso, de que alguien que vive a contracorriente da a conocer sus puntos de vista y no se acobarda, porque podré pecar de muchas cosas, pero jamás de cobarde o de traicionar mis principios. ¿Me gusta que lean lo que digo? Obvio, como cada ser existente de vez en cuando me gusta que me presten atención. ¿Quiero que comenten? En realidad, mayoritariamente me da igual, salvo las opiniones de un par de personas, pero también sé, que lo que digan éstas no cambiará mi modo de pensar o de ver el mundo, simplemente me abrirá las puertas a una nueva charla y a más momentos de reflexión. 

Una persona muy importante para mí, y que representa mi otra mitad, me apodó Dra. Jekyll, ella, por supuesto, es mi Ms. Hyde. Realmente me sorprendió que cierta personita, cuando le conté que mi "gemela" y yo ocupábamos los personajes de cierta obra famosa, me dijera que pensaba en mi como Mr. Hyde; y esto me hizo reflexionar, y a darme cuenta de que tengo cierta afición por lo correcto, pero la pequeña-gran diferencia entre el verdadero Dr. Jekyll y yo, radica en que él intentaba ser alguien ejemplar, con respecto a lo "correcto" según la sociedad; y yo, solo busco lo mismo, pero en pos de lo que YO considero adecuado, correcto o digno de respeto. Podrán tildarme de soberbia, pero como he dicho, puedes pensar y decir lo que quieras sobre mi, somos libres, es un asunto tuyo. 

No suele interesarme nada, y mucho menos de alguien que no conozca, y aún si así fuera, solo intentaría comprenderte, y digo intentaría, porque carezco de ciertas cosas comunes o innatas en el ser humano promedio. ¿Crees que me he ido por las ramas? ¿Que me he dispersado? Lo más probable es que tengas razón, porque ya no recuerdo por qué empecé a escribir, ni si tiene sentido alguno lo que dije, pero... ¡Me he salido con la mía! Porque no por nada llegaste a este punto ¿No? Quizás fue la curiosidad, el ocio, el no tener más nada que hacer, el que lo que haya dicho te haya sentado mal, y que estés enumerando mis errores para hacérmelos ver. Sea cual sea el motivo, estoy feliz (si es que puedo llamarle felicidad a cierto tipo de burla o broma propia) porque has desperdiciado/invertido el tiempo intentando comprender a una mente anormal, intentando salir de ti mismo. Sin más estupideces que decir, me retiro eventualmente, y los dejo seguir con lo que quiera que hagan de sus vidas. 



Mi Ms. Hyde, ¡Te adoro!


Nota: este texto tiene aproximadamente, cinco años.

viernes, 7 de noviembre de 2014

¿Nueva realidad? No, MI realidad

El bien y el mal, blanco y negro, luz y oscuridad. Dualidad. El mundo está regido por ella; o al menos lo estaba. Pero me pregunto ¿Sólo existe dos para todo? ¿No hay matices? ¿Colores grises en las paletas de la vida?.
La respuesta (o al menos la mía) es Sí. ¡Sí hay grises! ¡Sí hay intermedios! ¡Sí hay neutralidad!.
El bien y el mal muchas veces se parecen y nos engañan. El camino que te marcan no siempre es el indicado, pero uno debe seguir su corazón, y encontrará la senda adecuada. Porque cada quien tiene un camino único y especial, propio de cada individuo, todas las vivencias son válidas y nos hacen quienes somos, con cada acierto, pero por sobre todo, con cada error aprendemos y salimos adelante, algunas veces solos, pero la mayoría acompañados o con un pequeño empujón. 
El blanco y el negro suelen representar los extremos, estás de un lado o del notro; ¿No hay algo a la mitad? ¿Se puede no elegir? ¿Se puede elegir ambos? Sí, porque todo es posible, o como dijo cierto comercial de ropa deportiva "Imposible is nothing". Existen los grises, y para personas como yo, ese color lo es todo, y prima en nuestras vidas. No es necesario recurrir a los extremos, siempre es posible no ir a ninguno, o rescatar lo mejor de ambos y crear algo superior.
Luz y oscuridad, la primera siempre es relacionada con el bien, y la segunda con el mal. ¿Pero que tanto de eso es cierto? ¿No te dicen que no vayas hacia la luz? ¿La luz no suele cegarnos? ¿No nos muestra lo que no queremos o necesitamos ver? ¿No genera discriminación el observarlo todo? En mi caso, si me viera absolutamente obligada a elegir, optaría por la oscuridad, pues vuelve las cosas más objetivas. Pero como el fin de este escrito es demostrar los intermedios, hablemos de la penumbra, ésta me recuerda a los días de neblina ¿Y a ti? Espero que si. Particularmente, amo esos días, y a mucha gente le parecen tétricos y salidos de películas de terror. Amo el tener poca visibilidad, el no saber si a los próximos pasos hay alguien o la incógnita de saber si estás absolutamente solo o todo lo contrario. Porque genera adrenalina y lo comparo con la vida. ¿Sabemos lo que nos va a pasar? ¿Qué nos espera a la vuelta de la esquina? ¿Vivir o morir?.
Perdónenme si divago tanto, pero a veces ne surgen las palabras con tanta dinámica y la tinta de la lapicera con la que escribo esto (porque primero lo hice en papel) no iguala la rapidez de mis pensamientos, pero tampoco me frena.
Según yo, la vida dejó de ser dual, o al menos, va por ese camino. El abanico de posibilidades se agrandó, hay 3 opciones, o son las que yo percibo (Espera, ¿Estamos en 3D?).

Nota: este texto tiene aproximadamente ocho años.

lunes, 27 de octubre de 2014

Introducción a Una Mente Anormal

Realmente detesto las presentaciones, pero bueno, deben realizarse.
Omitiré varios datos acerca de mí, simplemente por el hecho de que un nombre y una edad no dicen nada sobre una persona, no explican ni dejan entrever lo que hay detrás de ellas. Por tanto, pueden llamarme Anormal, como es el nombre de usuario que tengo, o bien, como les plazca.
¿Cuál es la finalidad de este blog? Expresarme, simple y sencillo. Desde hace algún tiempo (un par de años) he encontrado que el mejor modo en el que puedo dar a entender mis ideas es a través de la palabra escrita, pues a la hora de hablar soy bastante torpe y me cuesta hilvanar ideas... todos los discursos son mucho mejores cuando solo se encuentran en mi mente, esos monólogos los adoro, pero cuando quiero pronunciarlos o escribirlos nunca puedo lograr ese fantástico resultado, pero mediante la escritura me acerco bastante, y además, tiene la ventaja de que puedo volver sobre mis palabras y modificarlas a mi antojo.
Bueno, no era mi intención, pero ya pueden reconocer un rasgo mío, tiendo a dispersarme y desviarme del tema aún cuando escribo y esto, señoras y señores, no voy a cambiarlo, no voy a censurar el extraño modo de recorrer que tiene mi pensamiento, ya que, al fin y al cabo, esto es un intento de darme a conocer.

Sin más tonterías que decir, comenzaré por publicar algunos textos que llevan escritos algunos años, y a los cuales les tengo bastante aprecio, así pues, sepan disculparme de ante mano, pues con los años muchas cosas han cambiado, menos el hecho de seguir queriendo esos pequeños discursos/pensamientos que tengo guardados y que compartiré con ustedes.